Por Fabiola García Martín
Ya sabéis que aquí no os van a faltar planes para organizar
vuestros ratos libres pero, de vez en cuando, haremos algún comentario sobre
algunos eventos a los que nosotros mismos hemos asistido. Aunque mi parcela no
sea esta, no podía pasar por alto el espectáculo que nos dejó Laura Pausini en
Madrid con su Inedito World Tour el viernes 20 de abril. Está claro que mi opinión no es imparcial y
va acompañada de casi veinte años de historia en los que Laura Pausini ha sido
todo un símbolo para mí, pero aún así ella es una grande de la música y lo
demostró una vez más en su gira en nuestro país.
El Palacio de los Deportes vibraba lleno de gente: banderas
de todos los países y gente de todas las edades esperando a que el concierto
diera comienzo con una puntualidad precisa. Y sí, ella apareció,
inconmensurable, sencillamente única. Bienvenido fue la canción escogida para
inaugurar una cita que prometía ser grandiosa y que no decepcionó.
Rockera, dance y muy romántica con sólo un piano como
acompañante, todas estas facetas las desempeñó a la perfección con una voz que,
en directo, supera todo tipo de expectativas. Una voz dulce y llena de energía durante las casi dos horas y
medio de concierto, sin perder la sonrisa, sin perder su encanto especial, sin
perder las ganas de conseguir que ese concierto fuera recordado para siempre.
Los clásicos de siempre aderezados con un toque actual e
incluso muy bailable, sin perder jamás la esencia de lo que esas canciones
llegaron a significar para toda una generación. Al igual que ella, su 'banda',
como ella misma dice, no podía decepcionar; un equipo tenaz y talentoso que
ocupaba el escenario y que con su música, su voz y sus movimientos disimulaban a la perfección la
ausencia de la total y única protagonista.
Un concierto que podría resumirse en una sólo palabra, inolvidable, como uno de sus primeros temas. No podría decir más, tan sólo añadir que todos los presentes 'hicieron el amor' esa noche.
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